Nada turba la obsdiana
de los raros espejos
La brisa ya no mece
las frondas.Un coro
de niñas va cantando
a lo lejos.
La escama prodigiosa
de una iguana
brilla como verde
porcelana
El sátiro de oro
que muerde
el Sol
desaparece cuando
un chorro brota de su caracol.
Emiliano González
1 comentario:
Hermoso este poemita.
Por sus símiles y por toda su policromía parece modernista o inspirado por la gracia modernista.
Eres atinado compartiendo: todos ambicionamos un jardín así, o uno telúrico y agresivo como el de Bomarzo (nunca te he comentado que la primera vez que llegué a tu blog y vi al orco con su epígrafe italiano me sentí como en casa) que viene el reverso de este, pero también lo incluye.
Con respecto a las veleidades de la confianza, sólo voy a repetir lo que te dijo Astrolabio, sabio como Vasilisa la de los cuentos rusos: no la pierdas, no dejes que te la escamotee nadie. Asúmelo como lección. Es lo que siempre nos han dicho los mayores: no hay nada que no podamos transformar en moraleja; los tropiezos, con el tiempo, se convierten en fábulas.
Sigue confiando en los jardines, en uno como este de Emiliano seguiremos ejerciendo la fe, probándonos en cada paso la locura de no confiar en las voces nocturnas.
Aquí tienes un abrazo que contiene toda mi confianza en la vieja divisa del jardín de Bomarzo: "Lasciate ogni pensiero voi ch'entrate". Y un beso, que debe servirte de pasaporte sin caducidad a "la noche dichosa en secreto..."
Nos vemos allá.
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